Aprender jugando es como mezclar chocolate con brócoli:
¡De repente, lo saludable se vuelve divertido! Cuando los niños juegan, sus cerebros se ponen en modo turbo, resuelven acertijos, crean historias y absorben nuevos conocimientos sin siquiera darse cuenta.
Construir una torre de bloques les enseña conceptos básicos de física, mientras que jugar a ser superhéroes fomenta la imaginación y el trabajo en equipo. El juego estimula todos sus sentidos: exploran texturas, colores vibrantes, olores y sonidos únicos, mejorando la coordinación y la percepción.